Pasó Navidad, Fin de Año y hoy, precisamente hoy, es día de Reyes.
Las Navidades, así como otros años a mí me suponen melancolía y pocas ganas de relacionarme con nadie, podemos decir que este año, a pesar de que mi estado no comulga demasiado con estas fiestas muy comercializadas y muy falsas, sí puedo decir que lo he disfrutado algo más en compañía de mi príncipe y mi hijo.
La Noche Buena la pasamos con los míos y tras la cena, que acabo en discusión entre mi hermano y mi padre, como siempre, nos fuimos a casa mis dos hombres y yo. Marcos se acostó, como debía ser para poder hacer aparecer a Santa Claus y Rober y yo nos quedamos en el salón, supuestamente disfrutando del momento pero se torció un pelín ya que, abrió una botella de champagne y, menos una copita que me tomé yo para, se suponía, brindar, el resto se lo tomó él solito y no es que les sentara a las mil maravillas pero, por suerte, nuestros encontronazos o pequeños roces, duran más bien poco.
Cuando nos despertamos para celebrar nuestro primer día de Navidad juntos, a excepción de su resaca, nada recordaba lo sucedido unas horas antes.
Fin de año lo pasamos en Madrid con los suyos.
Ni mejor ni peor, en general, pero sí distinto a los años pasados en los que Marcos y yo cambiábamos de año en casa de Leo. De manera global, estuvimos re bien acompañados por la nueva familia y, concretamente, yo salí y entre al nuevo año al lado de mí príncipe, que eso, es inmejorable, insuperable.
Extrañamos a nuestros compañeros durante tantas Noche Viejas pero el cambio, mereció la pena.
En esta ocasión, así como en Navidad el desliz de sacar conversaciones en momentos equivocados fue del señorito, esta vez fue error mío y llegamos a las uvas entre lágrimas apartados de todos...aunque entramos, al menos yo, queriéndole más si cabe. Eso no es una novedad, creo que cada noche al acostarme, le quiero menos que cuando me despierto por la mañana a su lado, que parece que verle al despertar me hace amarle con más fuerzas; lo único diferente en Fin de año podríamos decir que eso sucedió por dos veces: al mirarle y besarle deseándole feliz año nuevo y cuando desperté esa misma mañana.
Y Reyes...día en el que estamos; mis hombres están esquiando y yo en el bar haciendo tiempo, escribiendo, tratando de ponerme al día, dejando las horas pasar. Ayer llegamos a Urús, donde ahora tenemos la casa y, viniendo con ganas de tener tiempo para dedicarle a mis blogs y sentirme suficientemente inspirada, resulta que mi estado emocional se ha trastornado tanto que la mala ostia hizo que desapareciera todo lo demás.
Mala ostia porque llegar a una de las casas de la familia es siempre, ponerse histérica, de los nervios, desquiciada. Casa de la familia porque la pagan mis padres ahora, a todos los efectos, es de mi querido hermano y su mujer; acaparan habitaciones haciendo las distribuciones que consideran oportunas de las mismas, saturan armarios y consiguen dejarlo todo a su forma y manera para que cuando el resto lleguemos, nos quede bien clarito que somos unos invitados y aún gracias. Pero de este tema ya he hablado más de lo que pretendía, le he dedicado demasiado tiempo, cambiemos de tercio.
Mi embarazo, ya de 7 meses y una semana (creo, porque lo cierto es que llevo tal lío mental con esto de semanas, meses y salidas de cuentas) sigue su curso y parece que todo perfecto. KEVIN, que así hemos decidido llamar a nuestro enano, medía hace dos semanas 36 cm y pesaba 1 kg 300 gr. En la ecografía todo se veía bien, correcto, como tiene que ser: buenos pulmones, fémur, corazón, ritmo cardíaco, etc.
Creo que comenzó a moverse tarde o tenía demasiadas ganas y por eso me pareció demasiado tarde pero ahora el ritmo es constante y en ocasiones hasta desesperante!, se mueve y mueve y mueve. La barriga va haciendo extraños y me pasó las noches mirándome la tripa para apreciar los movimientos que delatan que el pequeño esta haciendo de las suyas.
Hace dos días nos trajeron los muebles de la habitación, creíamos, es más, ya teníamos hecha una distribución colocando el armario en nuestro cuarto creyendo que no cabía en el que le hemos reservado pero, por suerte, nos equivocamos, cabe!!; no es que tengamos un espacio para que el nene juegue tan siquiera pero la idea es estar en otro piso an un añito, añito y medio; en ese tiempo el bebé no necesitará demasiada independencia y cuando pasé rato jugando será junto y frente a nosotros.
Marcos cada día lo lleva mejor, habla sin menos reparos de su hermano por su nombre y va apreciando los cambios a los que tendremos que adaptarnos, como la perdida de espacio en casa, menos atenciones sólo para él...Pero parece tener muchas ganas de poder verle, tenerle delante.
Rober está casi más deseoso que yo de que Kevin aparezca físicamente en nuestras vidas, ahora esta presente pero quien aprecia al 100 por cien su existencia soy yo, a los demás aún no les altera ni afecta tanto.
Con mi príncipe las cosas siguen de maravilla, como venía diciendo, cada día que pasa le quiero más y cada día que pasa más segura estoy de haber dado los pasos que hemos dado, para estar compartiendo vida, día a día, sueños y proyectos de futuro. La convivencia es perfecta, aunque suene de mentira, es verdad, no encuentro nada de sus manías, tan sumamente irritable que me haga plantearme que me he equivocado. Ni de sus manías, ni de sus costumbres, ni de su manera de ser que, ya puedo decir, conozco, muchísimo mejor que cuando nos aventuramos a vivir juntos. Es increíble pero cierto como que estoy escribiendo estas líneas: parecería que toda, hasta encontrarle, estuve preparándome para pasar la vida a su lado. Nos hemos amoldado el uno al otro perfectamente.
Y seguimos, esperando el momento de aumentar la familia, esperando que Kevin esté entre nosotros, en nuestros brazos, con Marcos, Rober y conmigo.
1 motivos para comentar:
Muy interesante el artículo; hace poco que visito el blog y la verdad es que se sacan buenas aportaciones de los post.
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