No me queda tiempo para escribir y repetirme diciendo que estoy en un momento mágico, incríble, inigualable, un sueño hecho realidad.
No me queda tiempo porque cuando no estoy con él, me cuesta tremendamente concentrarme en nada, me resulta casi inevitable, no pensar en él, añorarle, extrañarle y desearle.
No me queda tiempo porque si no estoy con él, o pensándole, no me queda otra que dedicarle tiempo a mi trabajo, el cual arrastro a con mucho esfuerzo pues necesito toda la capacidad de mi cabeza y como que ésta no esta para estas cosas; y, sobre todo, estar con mi hijo, al que le debo agradecer enormemente su apoyo y comprensión en estos momentos pues, a pesar de su edad y de ser consciente de que desde que conocí a mi príncipe he estado algo despistada, ausente y con ganas de volar para estar a su lado, solo ha hecho que apoyarme, comprenderme y no reclamar más atenciones ni tan siquiera, quejarse.
No tengo tiempo de escribir para plasmar este momento tan idílico que estoy viviendo pero, al final, saqué unos minutos para ello, porque no quiero imaginar mirar entre mis recuerdos hechos palabras y no revivir con cada frase lo hermoso de mi presente.
Seguimos juntos, enamorados y viviendo a pleno el tiempo que podemos compartir.
la semana pesada pasó el fin de en Barcelona con mi hijo y conmigo; ciertamente no pudimos hacer demasiado ya que mi hijo enfermó pero, sinceramente, a mi me sobra todo, tenía lo que más quiero conmigo: mi hijo y él!, que más podía pedir.
Domingo noche, despedida y siguen doliendo, siguen creando un vacío en mi que no se me va hasta que no vuelvo a estar a su lado.
Sin embargo, debo reconocer que me gusta ver que mis sentimientos hacia él son tan reales, profundos y sinceros; que no se han ido mermando como podría haber pasado de haber sido un capricho, una aventura, sin necesidad de haberlo sabido yo, como me ha pasado, alguna vez, anteriormente.
Obviamente no me emociona despedirme y tener que pasarme uno día, dos, tres, los que sean, sin él, sólo digo que me tranquilizó sentir muy dentro mío que se me caía el mundo encima cuando le veía alejarse; pero ya no quiero seguir comprobando y cerciorándome de que lo nuestros es nuestro y es verdadero.
Ya hemos mantenido aquella conversación de la que dependían muchas de mis decisiones, aquella conversación en la que debía saber hacia donde debía de dirigir mi camino y, por suerte para mi, lo mejor y más importante es que, de momento, mi camino es el mismo que el suyo y hemos decidido que compartiremos nuestros días, en principio, en Barcelona.
Soy consciente que del dicho al hecho hay más que un buen trecho y sé, que no me queda más que esperar y ser paciente, ir cerrando los temas necesarios para que él pueda venir sin demasiados dolores de cabeza, dejando arreglado lo máximo posible, sino, todo lo que quiere y le parece necesario dejar zanjado antes de dar ese paso pero, llamarme egoísta, caprichosa y algún que otro adjetivo que seguro se os ocurrirá pero quiero que se mude ya mismo. Mañana, porque hoy ya es de noche y lo veo complicado pero, porque esperar? que pasa con ahora?...lo sé, menos mal que él tiene dos dedos de frente.
Esta semana viajé el martes para dormir una noche a su lado, me presumía incapaz de aguantar hasta mañana, día en el que viajo de vuelta para estar juntos un fin de semana, ya que el lunes, volveré a la soledad de mi cama, de mi sofá y mi casa.
Verle hace que todo sea vuelva tremendamente fácil, que nada resulte demasiado cargante.
Cuando le veo esperándome en el aeropuerto y camino acercándome hasta donde él se encuentra, voy repitiéndome y sabiendo con más seguridad que nunca, la suerte que he tenido de conocerle y de enamorarle como él me ha enamorado.
Fugazmente, se me pasa nuestra brevísima historia por delante y sonrío para mis adentros cuando recuerdo que breve es lo que la define; breve, intensa, pasional, sincera, eterna.
Breve porque a penas podemos presumir de estar juntos hace más de mes y medio; breve, porque a pesar de tener tan claro que queremos pasar el resto de nuestros días juntos, no hace ni mes y medio que nos conocimos; breve porque con todo, enfrentándonos a un futuro incierto pero arriesgándonos a vivirlo, sólo hace un mes y medio que nos amamos; breve porque fue el mes pasado cuando bajé, un domingo de un avión para conocerle, dejando que las horas y la noche nos embriagarán con la suma de las cervezas y el ron, acabando la noche uno en brazos del otro, despertándonos de la misma manera y dejando de lado nuestras obligaciones para seguir intimando. Fue durante nuestro paseo por el pueblecito donde me llevo a comer donde me percaté de que estábamos creando algo nuestro ya que caminábamos sin soltarnos, reíamos nerviosos, cómplices, durante la comida probé más sus besos que nada y, cuando salió el tema de volver a vernos, ambos ya lo habíamos decidido. Nuestros gestos en el coche, tanto a la ida como a la vuelta, eran más de dos personas que comienzan a compartir algo que de dos amantes que no piensan más allá que en ese momento: nos acariciábamos las manos, nos mirábamos de reojo y cuando lo hacíamos a los ojos sonreíamos, nerviosos.
Cuando me llevó tras comer, al aeropuerto para despedirnos, tal cual entramos salimos con la tarjeta de embarque, tarjeta que pasó a formar parte de un repertorio importante de vuelos perdidos esos días.
Breve, porque esos momentos en los que nos estábamos enamorando, hacen a penas un mes que los hemos vivido.
Intensa porque casi la mitad de las noches las hemos pasado juntos; intensa porque los sms, mails y video conferencias son testigos mudos de cada minuto de nuestra historia. Intensa porque cada segundo que comparto a su lado más me enamoro de él.
Pasional porque no hemos sido capaces de ver una película entera, porque sus besos pueden con cualquier cosa, incluso podrían devolverme a la vida, de hecho, me han devuelto a la vida ya que antes de él estaba sumamente perdida.
Pasional porque sabe hacerme el amor como jamás nadie supo, ya que jamás antes sentí que me dieran tanto amor con cada caricia, con cada contacto de su piel, con cada orgasmo que me regala.
Sincera porque sé que estamos hechos el uno para el otro; porque le amo y sé que él me ama; porque le extraño cada segundo del día; porque le anhelo, le necesito y espero.
Eterna porque estoy convencida de que es el amor de mi vida y yo la princesa de sus sueños.
Mañana viajo a Madrid para encontrarme con él, nuevamente, para disfrutarle tres noches y dos días...debo hacer más esfuerzos por concentrarme cuando no este a su lado y realizar lo necesario para que se mude pronto y, así, de este modo, poder despertarme cada día entre sus brazos.
* Para mi príncipe: sé que esperas, quizás con más ganas que otras veces, ver y leer lo que he escrito en esta entrada por lo que te he comentado por teléfono que ha sucedido pero...tras hablarlo contigo me he dado cuenta de que ya le había dado demasiada importancia, mucha más de la que se merece, créeme, así que no pienso engrandecer más lo ocurrido, ni darle el protagonismo que no se merece. Te amo.
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