Esos pequeños detalles...

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Ya volví de Madrid, una vez más, demasiado pronto; la verdad que me quedo haciendo más bien poco a mi vuelta y eso me hace pensar que casi debería plantearme si volver para no hacer nada pero claro....Marcos, sino fuera por él, me esperaba en los madriles hasta tener que regresar pero no sola.

Bueno el hecho es fui y ya volví.
El viernes que debía ser un día fantástico desde que amaneció hasta que se fue el sol resultó no ser así en absoluto, en su comienzo solamente, pero una cosa mala, puede llegar a ser tan mala que arrasas con todo lo bueno que pueda venirse detrás.
Me desperté con un dolor de ovarios fuera de lo común y con lo que, supuestamente debe ser Andrés que le dió por venir antes y venirse con todo el muy cabronazo...que para que conste sigue conmigo, dejándose notar de manera abundante.
Bien, en la clase de inglés consecuentemente no estaba yo ni para leer, escribir o charlar, así que puse una serie nueva americana y me pase casi dos horas retorciéndome de dolor en el silencio , mientras deseaba que pasaran las horas. En el transcurso de esas dos horas, una llamada de mi hermano notificándome que una amiga nos había dejado a media noche, falleciendo de cáncer, un cancer que se le había reproducido por cuatro veces y con el que venía luchando desde hacía ya años, lamentablemente, al final, no ganó la última batalla.
Como es de imaginar la noticia me dejó trastocada; de ahí ya la cosa solo hacía que sumar para mal; mis hormonas me hacían tener mi humor por los suelos, la sensibilidad a flor de piel y una mala leche que yo sentía crecer demasiado rápido dentro de mi. Iba tarde ya para todo, se me pasaban los minutos y veía la posibilidad de perder el avión, para más inri el taxista que iba de buen orientador y simpático, confundió mis indicaciones por dos veces y, además de llevarse un par de comentarios toscos y algo desagradables en cuanto a tono por mi parte, se llevó también la medalla al burrico del año por conseguir que me fuera sin un pavo porque, al no escuchar mis indicaciones no logré pasar por debajo de la casa de mi madre a coger unos euritos y me fui, como quien dice, con lo puesto, me cagoenlaputa.

Total, llegando al aeropuerto ya entraba pensando en como camelarme a las azafatas de vueling, esas que obtienen un diploma al acabar sus estudios, los que sean para acabar siendo azafatas, diploma que acredita su ¨malaostiaquetecagas¨. Por suerte para mi,  llegaban a la carrera un grupo enorme de koreanos que resulta iban en el mismo avión y claro, el avión estaba esperándoles ya que eran la mitad de los pasajeros...parecía que las cosas volvían a encaminarse, eso fue suerte, mucha suerte.

Viajé, me tocó viajar en el asiento del medio aunque siguió la suerte de mi lado y no se sumó nadie en la ventanilla con lo cual pude moverme y dejar un asiento vacío entre una chica, amable por cierto, y yo.
Al aterrizar un mensaje nada amigable me hacía conocedora de que alguien de mi familia estaba muy en desacuerdo con mi nuevo viajecito de fin de semana, me plantée que todo me tocará un huevo, contesté con bastante mala ostia (la que voy adquiriendo con mi trato a las azafatas de Vueling) y solo pensaba en llegar a casa del príncipe y tirarme a esperarle en el sofá, dejándome vencer por el dolor y el sueño.

Y cuando menos te lo esperas, son esos pequeños detalles los que te hacen sentir lo afortunada que eres, olvidarte de cualquier mala historia que puedas tener en la cabeza y hacer asomar una sonrisa a tus labios, por arte de magia. Y eso, fue lo que me sucedió a mi.

Cuando abrí la puerta de casa de mi príncipe, lo primero que vi fue:

Post it en la puerta del recibidor dándome los Buenos días...dejé las bolsas en el suelo y entré con cuidado, habían más, uno por cada estancia o lugar estratégico donde yo podía verlos y encontrarlos, con diferentes mensajes, escritos a mano. Se me olvidaron todas las malas historias que venían machacándome la cabeza, sonreí y me sentí realmente afortunada por estar ahí en ese momento, por haberle conocido, por quererle; tras hacerles fotos a todos y cada uno de los mensajitos, los recogí, los guardé y me dispuse a esperarle; sólo quería que pasara el rato para que él llegara.

Y llegó, a pesar de que estaba estirada en el sofá y pretendía dejar que entrará al salón y que se me acercara cuando me viera con los brazos abiertos, me fue imposible, salté en cuanto escuché las llaves en la cerradura, me dirigí a la puerta y me tiré a sus brazos, abrazándole con fuerza, abrazo que él respondió sin apenas mediar palabra.
Al abrazo le siguió un saludo, un gracias y un beso que no terminaba más. Cuatro palabras que no recuerdo, un abrazo más intenso en el sofá para acabar en la cama, donde pude sentirle mío.

El fin de semana pasaba, me lo pasé realmente bien el viernes noche, cuando fuimos a un shopping a perder el tiempo hasta que comenzara la película que habíamos decidido ver: ¨Alicia en el País de las Maravillas¨ de Tim Burton; al entrar visitamos ambos el baño y le invité a venir al de mujeres pero me rechazó por necesidades fisiológicas primarias; al salir, ofendida,  le dije que me parecía fatal lo que recién había hecho...la película comenzó y nuestros besos iban ganado la batalla ante el interés por la película y le dije, ni a media parte que necesitaba visitar el baño, de nuevo, en esta ocasión, se ofrecía aacompañarme; así que tras unos minutos de más besos, decidimos irnos.
El baño resultó ser demasiado arriesgado pero la necesidad seguía existiendo, así que nos fuimos a casa, aunque no llegamos a subir, el parking fue el testigo de nuestro deseo desenfrenado, el capot de un coche de cualquier vecino el lugar donde nos expusimos y dispusimos a dejarnos llevar.

Nuestro tiempo como pareja no es como para tener problemas de rutina, aún así, son esos pequeños detalles los que te hacen saber, desde el comienzo de cualquier historia, si algún día lejano, muy lejano, puedes llegar a sufrirlos. 
Entre nosotros existe desde ya, una necesidad de hacer feliz al otro de la más insólita, pequeña y maravillosa manera que se nos ocurra: el día de nuestro ¨cumplemes¨, fue él quien me felicitó y recordó el día en el que estábamos, yo, para pedirle perdón por tan traumático despiste, hice que le enviarán a su trabajo un ramo de rosas rojas, 8 para ser exactos, por el día de nuestro ¨mes aniversario¨, para disculparme y para darle las gracias por haberme dado ya, algunos días de su vida.
El primer fin de semana que pasamos juntos en su casa de Madrid, me hizo la comida, recordando los platos que había visto que podían gustarme y haciéndome un menú a medida.
A causa de su trabajo, pies y manos le pasan factura, me encanta cuidárselos desde el primer momento, me cojo mis herramientas de trabajo y me dispongo a pasar dos horas mimándole dedo a dedo.
Y más, sí, aunque parezca mentira, en tan poquito tiempo real, hemos sabido colmarnos de detalles mútuamente; tiempo real! porque para mi es como si llevaramos toda una vida y las que seguro vendrán.

Son esos pequeños detalles, la necesidad de demostrar con esas pequeñas cosas del día a día lo que te hacen ver que esta vez, será distinto. Colmarle de atenciones, recordarle que le amas, decirle que le extrañas cuando esta lejos, sentirle al máximo cuando esta cerca...los pequeños detalles que más bien siempre olvidamos y más bien nunca tenemos, los que hacen de una relación a otra, marcar la diferencia.


Y es sólo la persona adecuada, que te hace sentir  la necesidad de tener esos peueños detalles para que vuestra relación dure eternamente...y nosotros lo sentimos el uno por el otro.


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