Cuando el tiempo no pasa más

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Domingo, 22:43 de la noche, sigo en Nueva York.
El tiempo no pasa más; ya se sabe que cuando queremos que el tiempo vuelo, sucede todo lo contrario y, justo esta semana, se me esta haciendo eternamente infinita.

Sabía que iba a resultarme duro, ya lo comenté, sin embargo ha sido mucho más frustrante y pesado de lo que ni siquiera podría explicar. Y debo decir que, no he pasado demasiado tiempo sin saber de él, sin estar en contacto, sin saberle, sin escucharle, incluso, sin verle.

En mi mano un móvil que descansa sólo, los minutos y horas que yo descanso, mientras sueño.
Me despierto tipo 6:30 - 7:00 (hoy ha sido el día que más tarde y creo que era las 7:30), nada más despertarme miro la pantalla de mi BB para ver si tengo noticias suyas y, con el cambio de horario, él 5 horas por delante de mí, ahora 6 porque en España se ha adelantado, siempre tengo un mail de buenos días, dependiendo su impaciencia, dos.
El resto de las horas no hay descanso: durante el fin de semana vídeo conferencia por la mañana, en cuanto le contesto, siguen los mails mientras estamos apartados el uno u el otro del ordenador, si coincidimos por la tarde, de nuevo vídeo conferencia, si volvemos a estar lejos de la compu de nuevo mails, si estos fallan sms y si esos tampoco dan resultado, se llama y listo. Ayer a la noche, yo llegaba tipo 11, él más tarde solo hay que sumar las horas de diferencia, el hecho es que cuando llegamos, también nos conectamos y eso que a penas dejamos de escribirnos 3 horas y, al parecer, por un mal entendido de que mis mails no le llegaban cuando a mi me constaban enviados y mi posterior pasotismo por orgullo equivocado, orgullo que envíe a paseo al ver sus mensajes preocupados y llamadas perdidas ya desesperado.
Esta mañana más, esta tarde más skype.
Que nos decimos?: todo!; si estoy comiendo, si salgo, si entro, si me tomo el café, si hace frío, que le extraño, que le quiero, que me extraña, que me quiere, que no vemos el momento de encontrarnos en Ibiza, lo que le haré cuando le vea, como me besará cuando me vea él, que quiero que pasen los días, que necesita que pasen los días, que he ido al gimnasio, que ha ido al gimnasio, que me voy a dormir, que recién se levanta, que se va a duchar, que me voy a vestir, que desayuno, que come....nada dejamos a la imaginación...o sí, pero compartimos incluso eso.
Y no me canso. Le extraño cuando él duerme y para mi no es la hora...esos malditos minutos de silencio se me hacen casi más eternos que esperar que llegué el jueves para verle, casi.

Y cuando no le escribo o me escribe, le pienso, le deseo, le añoro, le llamó en silencio, le sueño porque sí, sé que resulta difícil de creer pero le sueño, cada noche, cada hora que cierro los ojos, le sueño.

Y no me canso.
Cuando le veo en el skype me quedo totalmente hechizada mirando su rostro; me deleito con su sonrisa, con su voz, con sus ojos...podría pasarme horas sólo mirándole, y nos pasamos horas mirándonos, los dos, es mutuo y me resulta tan hermoso e increíble que vayamos a la par que me hace enamorarme más si cabe de él.

Enamorada. 
Sí, enamorada. Total, incondicional e irracionalmente.
Me encanta. Me tiene por completo, loca por él.
Me hace feliz. Me hace sentir querida. Me hace sentir importante. Me da ilusión, ganas, esperanzas, alegrías...me da vida, me ha devuelto a la vida.

Le quiero.
Sí, le quiero. No importa desde cuando, sólo quiero que sea por mucho tiempo.

Y que pasen las horas y los días para poder demostrárselo, para poder sentirlo, que me quiere, porque me quiere. Nos queremos.

Nunca he estado tan segura de haber encontrado mi media naranja, el hombre de mi vida; mi presente y mi futuro están a su lado, lo sé, estoy convencida y se me llena el alma de satisfacción al saber que vamos de la mano. Lo sé, somos él y yo.


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