No me ha pasado una sóla vez el hecho de estar hablando con alguien y en el momento de mencionar su nombre, ya sea por comentar con un tercero, de éste o, en la misma conversación, tener que remarcar algo concreto y reclamar más atención y, en consecuencia, interpongo en la conversación su nombre, mencionar el de otra persona.
Nuestros mayores acusan con asiduidad este problema de dirigirse a ti con el nombre del perro, de la abuela o de tu hermano; o estar contándote una historia y no recordar el nombre del protagonista y en su lugar poner cualquier otro.
Cuando esto nos pasa a los no tan mayores es un despiste, un lápsus, una ida de olla pero, caben unas diferencias: la costumbre y la no costumbre y si es tu pareja/amigo especial/ rollo o amig@/ familiar/ conocido; es decir, a mí, personalmente, me ha sucedido querer dirigime a mi pareja y darme cuenta de que estoy a punto de llamarle con el nombre del padre de mi hijo (sí, sólo me confundo con este nombre), lo cual, sino es normal porque a mi edad estos ¨despistes¨ no deberían ser, si puede llegar a ¨comprenderse¨ que, acostumbrada a hablar con él y de él, pueda surgirme estos lapsus aunque, siempre me he dado cuenta antes de soltarlo, con lo cual, jamás lo he pronunciado, siempre se ha quedado en la punta de la lengua.
Sin embargo, la falta de costumbre a la hora de hablar con y de alguien torna una situación, a priori, inocente, en una situación tensa, dolorosa, según las circunstancias, incomprensible y que seguramente traerá cola. Hablamos de las situaciones en las que no existe costumbre o contacto con un ex y te equivocas al hablar con tu pareja actual llamándole con un nombre que no es el suyo.
¿Qué hacer cuando tu pareja te llama por el nombre de su ex, cuando esa ex, se supone, desapareció de su vida hace años sin dejar huellas más que los años pasados y están muy pasados?
Se te junta la rabia, la impotencia, el dolor, la incredulidad, la incomprensión...
Piensas que si ha sido sin querer es malo, porque significa que aún sin pretenderlo, la recuerda y, si por el contrario....no hay parte contraria, porque de ser consciente es para mandarlo muy lejos, obvio.
Es una realidad que todos nos confundimos y nos reímos cuando esa confusión se da pero en situaciones concretas, estas equivocaciones son un suicidio.
¿Cómo responder?
¿Qué pensar de lo sucedido?
¿Y a posteriori, una vez pasado el momento, qué seguir pensando?
¿Olvidarlo?...¿se puede?
Las mujeres somos más puñeteras y seguimos dándole vueltas. A pesar de que hayan habido disculpas, explicaciones y atenciones para tratar de hacernos olvidar lo sucedido, la verdad es que es un hecho y no es tan fácil de borrar.
Eso en una situación normal, por suerte nunca me he visto en una actitud más íntima y oír que me llaman por un nombre distinto, eso sí es para querer matarse, digo yo.
¿Se comprenden estas situaciones?
¿Pueden considerarse ¨inocentes¨?
¿Y si somos nosotros los que nos equivocamos....?
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