Hoy me salió una canción en el Ipod una canción que no conocía de Bad Paisley, ¨We Dance¨, que me hizo pensar en lo mucho que deseo bailar un lento con mi príncipe, no sé exactamente porqué, hace años que no bailo una balada con nadie, ni tan siquiera he tenido necesidad o deseo de qhacerlo, tanto como deseo hacerlo ahora. El pensar en un baile lento me hizo recordar la sensación que sentí, la primera vez que baile con un chico.
Recuerdo perfectamente cuándo, cómo, con quien y qué canción baile.
Era el verano de 1989, yo estaba en un colegio de Suiza, College Du Lemàn (creo que se escribía así, como es francés); era el segundo año que iba a pasar un mes a esa escuela a practicar el inglés; ya tenía mis amigos, conocía el terreno y me sentía en mi lugar. Tenía 13 años.
Con mis 3 amigas del alma, hicimos un cuarteto perfecto: conocido por todos, rebeldes sin causa y sin remedio y unidas, muy unidas. Como anécdota contaré que tuvimos 14 avisos de expulsión en sólo 3 semanas...a a penas 3 días de acabar nuestro tiempo en el colegio, nos expulsaron, se venía el 15 aviso, que pasó a ser un hecho.
Dentro de nuestra independencia del resto del mundo había un grupo de 4 chicos, 5 en realidad pero uno de ellos era el hermano pequeño de Karim, que más que ¨uno más¨ era una mochila; estos 4 valientes: Karim, Omar, Dori y Timur, siempre estaban rondando por donde estábamos nosotras o, en su defecto, nosotras siempre rondábamos por donde estaban ellos.
Se hicieron dos parejas: Timur y Beti y Karim y yo. Timur es de Egipto y Karim de Damasco. Beti y yo, españolas de pura cepa.
Nuestro feeling se dió a los primeros días de llegar; nosotras ya nos conocíamos, aunque el año anterior no habíamos profundizado en nuestra amistad y cada una, a excepción de Estrella y yo, íbamos por nuestro lado; con ellos más de lo mismo: Karim y su hermano, Ali, ya habían estado, al igual que Omar al que teníamos también visto, los otros no sabría decir.
Los dos grupos, era sabido por todos, estábamos muy unidos, no todo el día juntos, pero estábamos marcados por la misma cruz.
La primera semana de estar ahí tuvimos discoteca el viernes por la tarde.
Ay dios!, que fantásticas las discotecas de colonias, los colegios de verano!; esas maravillosas tarde-noche de fiestas que aguardábamos como agua de mayo.
Una amiga mía, española, del colegio de Barcelona, Cristina, se me acercó a lo alrgo del día y me informó que esa tarde, en la disco, Karim me iba a pedir para bailar.
El resto del día es historia!, histérica perdida, hablando sin parar con las chicas, riendo, imaginándonos el momento en voz alta y a cuatro voces y esperando impacientes, todas!, el momento, el gran momento.
Después de comer, recuerdo que nos cruzamos con los chicos al salir del comedor y karim se me acercó:
K: - ¨Will you go tonight to the disco?
S: - Yes, I will
K: - See you there then!
S: - Ok, see you later, bye!
Unas frases de nada, a mi me hacían sentir pletórica.
Confirmada nuestra ¨cita¨, el tiempo pasó y llegó la hora x. Yo me presenté con mis ángeles de la guarda una vez comenzada la disco; eso de estar allí nada más abrir las puertas para nada, debía hacerme esperar. Y ahí estaba él; lo típico, los chicos a un lado, las chicas al otro, mirándonos y dejando escapar alguna que otra sonrisa. La música de fiesta sonaba y yo esperaba, algo insoportable la espera, dicho sea de paso, que llegaran las lentas. Y llegaron.
La primera que sonó fue ¨Sacrifice¨ de Elton John; como iba a olvidarla!
Karim se me acercó, alargó su mano y sonrió; mi respuesta fue automática: alargué la mano, sonreí y me dejé guiar; el resto de nuestros amigos y la disco en general: grititos, risas, abucheos y palabras de...ya podéis imaginaros.
Sí, éramos la primera pareja en formarse oficialmente en la escuela, pareja conocida por todos los alumnos, nuestra fama de gamberros barría barreras!
Nos colocamos en el centro de la pista y nos dejamos llevar lo que podíamos y sabíamos. Mis amigas, por un lado, me iban dando indicaciones y sus amigos, por el otro, le daban indicaciones de que se acercara más a mi y de algo más, como que colocara sus manos más abajo y, ni corto ni perezoso, lo hizo! (hay una foto del momento: ¨manos en el pandero¨, algún día la subiré). La canción seguía y seguía y yo hubiera deseado que no acabara más, pero acabó.
Nos separamos, me dió las gracias y cada uno se fue a su rincón.
Que tarde!, que momento!, que sensación! que recuerdos.
A la semana siguiente, la segunda, volvimos a la disco y repetimos el baile, en esta ocasión Roxette, ¨It must have been love¨. Fue nuestro último baile.
Una semana después me expulsaron, justo en viernes, al medio día. Y justo esa mañana me habían comentado que iba a pedirme apra salir!, jajaja; ¨pedirme para salir¨, que buenos tiempos, que inocentes.
Esos bailes los tengo grabados tan adentro mío que difícilmente nunca los olvidaré.
Me sentíta especial, eran todo experiencias nuevas, las primeras veces, el primer chico; todo era lo primero de...
Después de esos bailes en el subterráneo del edificio central del College Du Lemàn hubieron otros: ese mismo invierno baile con Copi, el chico que me gustaba de mi curso, pero no recuerdo la canción, si cuándo y cómo sucedió pero, eso, es otra historia.
Cuando acabé de recordar parte de mi magnífico y, puedo decir aún hoy, el mejor verano de mi vida, he reparado que, desde el año 89 nunca he vuelto a tener necesidad o deseo de bailar pegado junto a alguien, hasta ahora.
No me explico cual será el motivo; si será por sentirme como una niña con zapatos nuevos: exaltada, feliz y fuera de mí misma pero lo único que sé es que me muero por bailar con mi príncipe.
Imagino a los dos, abrazándonos, girando lento sobre nosotros mismos, con las manos en su lugar, ni más arriba, ni más abajo, sólo, donde deben estar, reclinando mi cabeza sobre su pecho, cerrando los ojos y dejándome engullir por el sonido de una canción melódica que pase a formar parte de neustra historia, de nuestro cuento de hadas. Sí, bailar pegados....eso quiero.
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