Conflicto: sexo masculino.

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Esta mañana, en Nueva York, mientras me duchaba, pensaba en lo grande de estar aquí para participar en estas conferencias sobre Social Media. Pensaba en como había llegado a gustarme tantísimo los ordenadores y la vida digital en general para verme aquí, expectante ante tales conferencias. Y le recordé. A mi primer novio, aquel que me introdujo en este mundo, aquel al que le debo mi, ahora devoción y casi mi vida entera, si tenemos en cuenta que vivo dedicada a internet y maquinas en general, además de mi hijo.

Ese pensamiento me llevo a otro que nada que ver con el primero; me vi pensando en que no le tengo en mi vida y me gustaría, me vi pensando en los años que pasamos juntos como pareja y como amigos, grandísimos amigos, los mejores amigos; me vi pensando en como fue decayendo nuestra relación, en como lo perdimos todo, en como le perdí; como, años después he tratado, no una, varias veces, en recuperar aquella amistad y sólo he recibido silencio como respuesta.

Conocerle a los 13 años marcó mi pasado. mi presente y mi futuro.
Prometerme el mismo día que le conocí, cuando le ví por primera vez en su casa, merendando yo con su hermana, él salía hacia la autoescuela, que sería mío; fue una promesa que cumplí, tras no poco esfuerzo.
Llevar mi promesa a buen fin cuando tenía 15 años, tras dos de amistad y tonteo, superó con creces todo tipo de sueño que huviera podido tener al respecto.
Sólo un año duró entonces nuestro amor...un año en el que me hizo mujer, con todas las letras; supé el sentir del amor, me familiaricé con el sexo, las ansias, el anhelo, los celos, la necesidad, el vacío en el estómago, las lágrimas ardiendo en mis ojos...todos y cada uno de los sentimientos que pueden acompañar a ese sentimiento de amar más que a la vida misma, a alguien, con él, lo sentí por primera vez.
Sufrí la pérdida de la única persona que veía como mi alma gemela y le rogué cada noche a ese ser superior durante 3 años, que me lo devolviera.
Durante esos 3 años le herí, de todas las maneras imaginables, hasta aquella que uno sólo ve en las telenovelas, enamoré a su hermano y me regodeé en sus brazos, sabiendo que le mataba saberlo, sabiendo que podía llegar a perderle porque, no éramos amantes, no éramos pareja, pero nuestra necesidad era diaria, horas al teléfono, coca-cocolas 4 noches de 5 entre semana, las otras noches que restaban jugábamos al futbolín o hablábamos, simplemente hablábamos en su coche a la puerta de mi casa.
Tres años pasaron en los que cada día amanecía preguntándole si volvía conmigo y, durante 3 años, su repsuesta fue que no. 
Un día que salíamos a cenar, como muchas otras noches, algo me dijo que esa cena íba a ser distinta; habían pasado casi semanas sin que yo volviera a preguntarle lo que no me había cansado de preguntar durante tanto tiempo, sin predemitación, simplemente un día dejé de hacerlo; me vestí más de la cuenta, cenamos y nos recogimos en su casa como tantas veces; la película seguía y él habló evitando pregunta, primero quisó saber porque había dejado de insistir y le dije que aunque lo supiera, no era el día en el que yo le respondería, que debía pronunciarse, pues yo lo había hecho durante tanto tiempo...lo hizo más por complacerme que por necesidad ya que no llegó a terminar la pregunta que yo, sentía sus labios junto a los míos; me tiré en sus brazos, después de tres años, era un palcer de dioses volver a besarle.
Que día, que recuerdos, aún disfruto viéndome en su cuarto, la cama contra la pared, todo a oscuras...incluso recuerdo la ropa que ambos vestíamos: yo una camisa blanca con un mono de falda con tirantes y la cinturilla alta, tacones. Él jeans, azul típico, levis obviamente, polo marrón, zapatos timberland, zapatos que se quitó cuando nos estiramos en la cama para ver la peli.
Durante los casi 3 años que estuvimos juntos como la pareja ideal me sentí amada, protegida, deseada, cuidada, amante, amiga, esposa, sueño, anhelo, necesitada; jamás me faltó un te quiero; ese te quiero que salió de sus labios tras un mes de haber recomenzado, en un río de Llivia al anochecer, mientras hacíamos caminos con el Vitara. Paramos en medio de las pequeñas aguas, me tiré sobre su regazo, escuchándole y mirando la fría oscuridad de la noche y mis sentidos despertaron al escucharle decir: ¨Te quiero¨...tras 3 años, volvió a decir en voz alta lo que nunca dejé de sentir que era cierto. A día de hoy, me resulta difícil imaginar un te quiero más sincero que ese.
Vivímos en San Francisco durante casi 6 meses juntos, ese fue el principio del fin. La convivencia fue perfecta, como todo con él; cero problemas, lo que fuera problema lo provocaba yo, consciente o no, sólo yo era el problema.
A la vuelta supe que eso debía terminar. Por la más estúpida de las razones, quería vivir. 
Quería salir, entrar, experimentar, arriesgarme, probar...lo dicho, la más estúpida de las excusas y me busqué enamorarme para apoyar más esa decisión.
Sé que le maté en vida, puedo romperme cuando lo recuerdo, sé que eso puede suceder porque se lo hice a él.
Lloró, rogó...imploró y esperó casi cuatro años a que yo viviera, experimentara, me arriesgara, probara e incluso, me enamora de otro que no era él.
Durante esos años siempre estuvo a mi lado; día a día, noche tras noches; nuestras coca-colas, nuestros partidos de futbolín; sus hombros secando mis lágrimas por pedazos de mi corazón heridos por un amor que no era el suyo. 
Me desmotró que me amaba, más que cuando estuvo conmigo y eso ya era difícil.
Yo deseaba amarle, deseaba sentir por él, lo que sentía por otro pero ya no pudo ser.
Una tarde me llamó para hablar, yo sabía que quería decirme que había comenzado a verse con una antigua compañera de colegio; quería decírmelo más para que yo reaccionara que por el mismo hecho de estar haciéndolo.
Quedamos en uno de nuestros bares...la Oca...antes de que pudiera hablar no esperé, quisé ser la mala, de alguna manera ya lo era; y me adelanté a pedir turno de palabra antes que él, quería que me odiara, que no dejará lugar a un quizás, no entonces, no a corto plazo, no a medio plazo:

¨Estoy embarazada¨

Murió.
Tras esas dos palabras su cara en unos segundo, dos a los sumo, mostraron rabia, decepción, desesperación, derrota, desamparo, hundido, vacío, necesitado, sin vida...y así se quedó.
Sus siguientes frases, una sucesión de sonidos de los que ni yo ni él fuimos del todo conscientes; frases que fueron las mínimas y necesarias antes de que él se levantara y dándome la espalda, me dejará tras de sí...hasta hoy.

Han pasado 10 años.
Nos hemos visto 4 veces.
Él ahora esta casado y con dos niños.
Nunca a respondido a mis mensajes de retomar contacto, su excusa la primera vez fue que su novia, actual mujer, no quería, no le perdonaría tener la mínima relación conmigo. En su momento me pareciónlo mejor, por él, sabiendo, conociéndole como le conozco, que era una regla que le convenía respetar, y lo acepté.
Pero tantos años han pasado que, cuando por una red social, traté, hace a penas dos meses, de que me contará como estaba y siguió respondiéndome con el silencio, tras tantos años me preguntó porqué.


1 motivos para comentar:

keko dijo...

Una gran historia, felicidades por el blog^^

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