Los taxis de Nueva York

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Se merecen un post, ni demasiado largo ni demasido corto, pero un post única y exclusivamente sólo sobre ellos.
Son muchas las historias que en alguna ocasión, hemos escuchado de los taxis amarillos de la gran manzana; las películas en las que toman protagonismo a la hora de hacer persecuciones y demás, la famosa frase: ¨siga a ese coche!¨.
Siempre que he tenido la oportunidad de viajar a Nueva York lo he pensado y tenido en cuenta, los taxis de Nueva York dan miedo!
Conducen como si fueran los amos de las calles y, ciertamente lo son, caminando por cualquier avenida si miras a la calle lo que ves son un montón de autos amarillos a la carrera para ver quien llega el primero, vete tú a saber donde.
Cada vez que durante este viaje he tomado un taxi mi espalda y mis nervios se han resentido, en cada semáforo, ya estén frenando o arrancando, pegan cada tirón que si te descuidas, son capaces de romperte el cuello.
Si hablamos de los taxistas tenemos bastante más que decir, comenzando porque no te romperan el cuello, pero te romperán las pelotas; siento mi manera tan vulgar de hablar pero, la puta, me han conseguido poner de muy mala leche estos días, el que más hoy; Papa Noel, que gran hijo de puta!; he parado a un hombre, por llamarlo de algún modo porque mira que era raro el tipo, con una barba blanca que le llegaba hasta el pecho, en cuanto le ví pensé: ¨Mira me llevará Papa Noel!; al decirle donde iba, hemos tenido el primer encontronazo, le doy el papel donde aparece la dirección tras tratar de que me entendiera y no conseguirlo y cuando lo lee exclama: ¨Oohhh jadson¨ (lo escribo como el capullo lo pronuncio), y yo le contesto; ¨yes judson, ay tel yu!¨, y me suelta: ¨no, se dice jadson¨; le queria matar!!!, me habia entendido de sobras. Después se ha querido hacer el simpático preguntándome si estaba bien, de donde era, bla, bla..., el caso es que me he dejado cautivar por su aspecto de Santa, no de santo y el cabrito me ha tomado el pelo pero bien. Se ha parado en medio del camino diciéndome que se le había abierto el baúl, para cerrarlo se ha tirado dos semáforos, luego he cambiado de dirección (si, un mea culpa) y me decía que si no podía decirle con que calles cruzaba, en ese momento ya me picaba la nariz; obviamene le he dicho que no y entonces me ha pedido ver escrito donde aparecía, por si hubiera vuelto a pronunciar mal (cabrito) y siguiendo con la misma actitud de listillo me ha dicho que ya sabía donde era. Pues jodete, porque cuando amablemente he bajado del taxi dándole más propina de la que seguro esta acostumbrado a cobrar, resulta que me había dejado en la loma del orto y he tenido que patear y finalmente pillar otro coche amarillo que me llevara, eso sí, antes he entrado en un edificio y preguntarle al portero si podía indicarme (he de decir que el portero de diez, no sólo ha buscado en google maps si no que ha sacado la pantalla encima del mostrador para mostrarme el recorrido y las calles).

Pero santa no ha sido la única anécdota: ayer un taxista que paré estaba trabajando con su hija y ésta, iba cenando en el coche, podía oler el sandwich de carne, ese turco o griego tan famoso en todo el mundo pero del que no recuerdo el nombre ahora mismo...un asco.
Y el primer día, quise indicarle a otro que quería me dejara en Canal street pero no al final donde se topa con chinatown, sino al principio y el tipo me dejo en chinatown diciéndome, encima, que le tendría que haber dicho mejor si este u oeste de canal....también quería matarle!!

Y bue, imagino que los taxistas son un caso en todas las ciudades pero los de Nueva York....aaiissshhhh los de Nueva York!!




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