Princesa: 3ª parte

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Es un ¨sin sentido¨; los cuentos de hadas sólo suceden en las películas; los finales felices, las historias increíbles, los amores imposibles, no pasan en la vida real, o eso, la vida, ha pretendido hacerme creer.

Viajé de vuelta a Madrid, nerviosa, más que la primera vez en la que iba a encontrármelo por primera vez. Como no, perdí el vuelo y llegué dos horas más tarde. Aunque eso no resto para que él estuviera esperándome a mi llegada.
Cuando le ví, a la salida de la terminal, no dudé en dirigirme a él y rodearle con mis brazos, respondió y nos fundimos en un beso. Cuando me aparté me reía nerviosa; nerviosa, pero como si ya hubiera estado antes ahí, no me resultaba extraña nuestra actitud  de  tortolitos a pesar de ser la segunda vez que nos veíamos.

La tarde y la noche volaron; durante las horas que nos disfrutamos hicimos el amor y nos deseamos tanto que parecería que hubieramos estado separados años y sólo hacía dos días.
El viernes esperé a que llegara la hora de comer para ir con una amiga, durante toda la mañana fui incapaz de concentrarme en nada que no fuera él; él y mis absurdos temores.

Temores que me perseguían desde el día que le deje atrás; temores que no podía frenar y de los que necesitaba escapar.
Buscaba ¨algo¨ a lo que aferrarme para tirar por tierra mis renovadas ilusiones, mis ganas de seguir conociéndole, mis deseos de poder amarle. No podía creer, simplemente, que por fin, estuviera teniendo suerte, que al final, pudiera protagonizar mi propio cuento de hadas. Y buscaba entre lo poco o mucho que ya creía conocerle, trataba de crear situaciones molestas preguntando estúpideces, esperando que sus respuestas no fueran las idóneas y poder tirar la toalla; no pasó nada de eso. No pude encontrar nada por lo que dejar de echarle de menos a la hora de dejarme sola en su apartamento. Y le añoraba, le pensaba y necesitaba en un demasiado corto espacio de tiempo.

Vino a recogerme donde estaba con mi amiga; amiga a la que traté de explicarle lo que me pasaba por la cabeza; le contaba que tenía miedo de estar viviendo un espejismo, que me daba cuenta de estar intentado no seguir adelante creando en mi mente situaciones inexistentes sólo para no arriesgarme, para no creerle, para no creerme a mi misma, para no confiar en lo que estaba sientiendo; estaba haciéndome yo mismo un juicio para declararme culpable por estar haciéndole creer que estaba enamorándome de él, en lugar de sentirlo y no criticarme por eso.

Aún así viajamos juntos a Barcelona, vino a mi casa, conoció a mi hijo, compartimos dos días maravillosos y él fué el valiente que en un momento en el que estábamos desnudos en la cama, a altas horas de la noche, disfrutando de seguir conociéndonos me dijo:

Príncipe: ¨estamos haciendo el amor..; puedo hacerte una pregunta?¨
Yo: (mientras sostenía su cara entre mis manos y nos mirábamos a los ojos) ¨Por favor.¨
Prícinpe: ¨¿Eres tu la princesa de mis sueños?¨

Que responder a algo así cuando deseas que sea cierto pero has estado luchando por no sentir de ese modo por miedo a no ser realista, racional?

Yo: ¨Deseo serlo.¨

Seguimos haciendo el amor mucho más deseosos de dárnoslo todo, cada beso, cada caricia, cada respiración delataban pasión, hambre, necesidad de seguir construyendo algo nuevo, algo nuestro, algo eterno.

El fin de semana pasó demasiado rápido; las horas que tuvimos no fueron suficientes para todo aunque llegaron para declararnos, aumentar nuestras ganas y deseos, permitirnos creer que podía ser cierto, que podíamos estar escribiendo nuestro propio cuento de hadas.

Ayer domingo volvió a Madrid. Me dolió ver como se alejaba; me dejo rota, sin energías, pasiva, con cero fuerzas de hacer nada. Hoy amanecí igual, me pase el día delante del ordenador sin saber por donde empezar, consecuentemente ni hice ni terminé nada. Sólo podía recordarle, mirar el teléfono esperando un sms suyo, soñarle y dejarme ir, sin castigarme por no servir para nada, ahora que no estaba él.

Y ahora qué?
Aunque surrealista creo haberle encontrado; mi prícinpe, mi caballero andante, mi señor. Pero nos separan demasiados kilómetros y la distancia no es buena compañera. Sobra decir que antes esto que nada pero mentiría si no dijera que le quiero conmigo, que me gustaría despertarme a su lado cada mañana. Que me enloquecen sus besos, me encanta su mirada, su manera de hablarme, de mirarme, de hacerme el amor, de demostrar con cualquier cosa que haga que siente, como siento yo.
Pero él esta en Madrid y yo no.
Mi cabeza es un no parar. Pienso en la posibilidad de mudarme y entonces reparo en que Marcos sigue en el colegio y que quedan 3 meses para que acabe. Son tres meses, demasiados días sin él.
Pienso en la posibilidad de que él pida un traslado y luego me da rabia ver lo egosísta que uno puede llegar a ser por su propio interés; no puedo reclamarle que me siga, ni siquiera debería pensarlo.
Y ahora qué?
El jueves viajo de vuelta, sólo dormiré una noche.
El domingo tengo intención de volver y quedarme hasta el martes a primera hora. Luego estaré una semana sin verle porque tenemos un viaje familiar cerrado ya a Nueva York del que no puedo librarme y, sí, querría no tener que ir.
Y ahora qué?
Tendré que conformarme con miles de sms, llamadas y conversaciones de chat, reduciendo nuestros encuentros a días desesperados y demasiado pocos?, porque siento que de momento, siempre me sabrán a poco.

Un cuento de hadas...; mi propio cuento de hadas en el que mí príncipe existe, comparte mis sentimientos y querría compartir mi vida; que loco es todo!, hace nada lloraba por un amor imposible al que consideraba el amor de mi vida, no el hombre de mi vida. Ahora protagonizo un cuento de hadas.
Me lo merezco, sé que es así; son tantas las noches que he soñado en olvidar y aprender a amar de nuevo; son tantos los momentos que anhele no sentir nada por miedo a no ser capaz de amar otra vez; son tantas las decepciones, las falsas ilusiones, las apariencias, la desgana de seguir con todo y con nada que me merezco sentir lo que estoy sintiendo, que el sienta lo que dice sentir y poder vivirlo día a día, disfrutarlo cada hora...pero él esta en Madrid y yo no.
Y ahora qué?

Un cuento de hadas que comenzó en un tiempo en el que chateaba por las redes sin más intención de reírme y aprender para, posteriormente, escribir sobre algo en mis blogs y ahora...no soy capaz de nada que no sea esta con él.

Me llama princesa.







Y los planes que tenía para mí? para mi futuro? como irme a Nueva York a vivir y tratar de tener una experiencia nueva?; no son lo más importante pero, ¿debo dejar todo de lado ahora para luchar por lo que estoy teniendo y quiero tener? ¿en que modo debo luhcar? ¿qué puedo hacer para que mi lucha tenga sentido?
Nueva York tendrá que esperar...como todo, porque el destino volvió a decidir por mi, porque lo que parecía no llegar nunca ha llegado; porque no quiero perderlo, no así, no por huir.

Y ahora qué?
Cuál es el siguiente paso?

Él es mi príncipe.

1 motivos para comentar:

montse.torquemada dijo...

vive todo como si tubieras 18 años por que esto no se siente siempre disfrutalo.......pero con la cabeza de 33 y mujer inteligente que se que eres la vida es corta y hay que disfrutar lo que nos pon en el camino y si tu eres feliz yo tambien yo te adoro............

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